Wednesday, September 28, 2005

Neron, la lira y los rascacielos



He inventado un nuevo juego… algo megalómano y divertido… como que yo incendiaba Roma… pensando en edificar mi templo, con los edificios de Manhattan en el fondo (que algún día fueron volados por los aires)
Volaban ustedes por el cielo y yo corría a recibirlos a ras de suelo. Uno a uno los recogía milímetros antes de caer al mar y sus ojos agradecidos me ungían como su rey… quien los había sacado de las garras del abismo.
Roma ardía… y ustedes… agradecidos me regalaban sus joyas, mientras yo, llevando a mi lado a mi gemelo moribundo y acuchillado por la codicia, me encaramo en la loba que arrastrándose por la Quinta Avenida me languetea, sacándome las pulgas y el polvo de los rascacielos que como una gran reverencia a los favores concedidos, se desploman sobre mis habitantes, mis niños queridos, que paso a paso van sucumbiendo, ante la piedra y el concreto que se une, para santificar mis pisadas.

GERSHWIN


Si el amor llegó para quedarse,
Derechamente puede venir a buscarlo la Tía Pelada
Y ponerlo debajo de su capa y llevarlo lejos.
Mientras yo me siento aquí, con pies morados,
tibios e inmóviles
a esperar que las cosas pasen
y que las letras se incrusten en mi carne
o tal vez a esperar que la chica linda de abrigo de tweed
vuelva a dedicarme sus sonrisas.

Si el amor llegó para quedarse
Lo dejaré alojando en mi casa,
tocando el piano
aporreado entre tantos versos.
Versos que al final del camino nos invitan a la nada
a las luces nuestra ciudad
que muerde en la niebla
y espera con los brazos abiertos
mientras clava en la espalda,
los cuchillos que elevan, y llevan lejos,
hasta que la muerte nos separe
o al menos trate de hacerlo.
Ante el sol y las melodías que a cada momento
sonríen, para abofetearnos, con la insolencia
de cada una de sus mañanas.