Friday, March 31, 2006

Rosita Perez



Café Baquedano. Pza Italia, Un día viernes cualquiera, 14:30 horas...

Frente a mi, un suculento plato de grasientas papas fritas y un pollo grandioso al grille. Para pasarlo por el guerguero, una Coke clasica, la misma que botó el Muro, por 1989. Es todo lo que un individuo como yo podría esperar, en un viernes de sueldo y el tiempo libre que deja un par de reuniones fallidas.

Pero nada es perfecto. Más alla... una risa, un estruendo!!!!! Cacareos de gallinas menopáusicas en ciernes, permiten que mi atención se centre un par de mesas ubicadas en un rincón contiguo. Una chica de pelo oscuro, nariz respingada, con esa figura que entregan los gimnasios de moda, calzada con pantalones de género ajustado y una blusa horrible color marrón, compartía su almuerzo otra individua menos agraciada, rubia, de una gran nariz y ojos celestes un tanto descoloridos, vestida de jeans, blusa celeste y chaleca blanca. Frente a esta, una mujer de cabello rizado, chaleco cafe y cintura farandulera, acababa su plato, entre la conversación teñida de graznidos que llevaban sus contertulias y mi paciencia que a cada momento se iba reduciendo.

Con voz de pito, a esa hora en todo el café retumbaba el siguiente diálogo:

"... es que la Telefónica ha cambiado este pais hasta las patas -decía la rubia.

-Es que Chile ya no es el mismo de antes -replicaba después- Es que tenemos tantas cosas nuevas...

-Si- replicó la chica de pelo oscuro- Somos distintos... Y les voy a contar una cosita que me pasó...

-El otro dia -explicaba- conoci a un chino que era super pesado. Me decía que en este país había que tener apellidos para poder salir adelante. Y yo le dije altiro que eso no era verdad -siguió- que yo me llamaba Rosita Perez y que había llegado muy lejos. El tipo era como resentido, no se, era muy años 80... que lata un gallo asi...

-Si, que lata, replicaban las otras al unisono.

Fue en ese momento en el que mi ceja izquierda se levantó y mi cabeza se quedó mirando fijamente hacia la mesa en cuestión. La tal Rosita Perez cachó en breve que la estaban mirando y continuó con la conversación.

-Alla las cosas son distintas... la gente tiene más mundo, son como cancheros, no se...

¡Y fue en ese momento que pronunció aquella horrible palabra!

-Cuando estuve en España con mi PO-LO-LO, pudimos conocer gente de todas partes. Imaginate que en los bares de la ciudad podiamos estar con Gays y nadie decía nada- aseguraba aquel nefasto modelo de mujer. Y conversaban con todos, con nosotros, con mi PO-LO-LO, le tiraban las manos, pero como yo se que mi PO-LO-LO (si era tan amiga de sus interlocutoras podría haber contado como se llamaba el weon) es bastante machito para sus cosas, el se reia y no les hacía caso.
- Si -aseguraba la otra- los chilenos ya estamos para poder desenvolvernos en esos ámbitos. Estamos más grandes, tenemos más mundo- aseguraba la rubia.

Y para terminar de contaminar aún más el ambiente, el trio de pelotudas no hayó nada mejor que sacar sus mugrientos cigarros ultra light, lo cual unido a la conversación, transformaron al Baquedano en un antro completamente putrefacto. Y la Perez continuó...

"Alla en España depende del dueño del bar si deja fumar o no, manifestaba entre risas... Una noche acompañe a mi PO-LO-LO a tocar a una discoteque, y después el me decía que arriba del escenario me ubicó altiro, ya que la única nube de humo que había en el lugar era donde estaba yo, que esa noche me había fumado una cajetilla y media yo sola. Cuando salimos de la discoteque, me encontré con un cigarro de tres metros que prohibía fumar, pero en ese momento sólo atiné a reirme bien fuerte..."

Una chillona risa inundó la mesa y su tóxica mezcla con el humo hizo que mi pollo se volviera algo intragable. Pedí la cuenta y salí huyendo del lugar pensando en el Chile canchero y exitoso, que camina de rodillas en medio de la estupidez y la tontera.