Tuesday, March 11, 2008

Bob Dylan: O es Rock and Roll o vale callampa...



No hay caso. De toda la literatura que he leido en estos días de cara al concierto que dará Bob Dylan hoy en la noche, lo único que saco en limpio es una buena cantidad de celulosa, algo así como para limpiarme mis pompas después de defecar durante un año.

Es impresionante como todos opinan, pontifican, se explayan y hablan de Dylan como si hubiesen estado el domingo pasado comiendose un asado con el dueño del Big Pink.

Como todos se preocupan, dictan cátedra y se emocionan por la venida del personaje.

Como se refleja a través de sus palabras que, nunca, en sus putas y chatas existencias se les ha apretado el corazón al escuhar Forth Time Around, Bessie Smith (con The Band) y Absolutely Sweet Mary entre otras, o disfrutar de historias simples como (Soon or Later) One of Us Must Know, One Too Many Mornings, Highway 61 (Revisted) o Tangled Up in Blue.

Nooo, para ellos vale más la malograda postulación al Nobel, sus devaneos religiosos sin ningún contexto o simplemente el hecho de ir a hueviar por una noche al Arena Santiago pa marcar el fin del verano.

Es insólito como un fresco de raja en un artículo aparecido en The Clinic, se dio el lujo de escribir y echar pestes de Dylan, sin ni siquiera tener un disco del individuo en cuestión.

O como todos los aparecidos de siempre, los mismos imbéciles que en 1998 -año de la primera presentación de Dylan en el Caupolican- eligieron al mejor concierto del año el show de una tontera tan mediocre como Greenday, se lamentan de no poder cubrir adecuadamente para sus medios la venida de Bob Dylan, que lloran por que él no da entrevistas y estiran su caracho al comprobar que él -tanto hace diez años, como ahora- no asoma ni la nariz por el hotel.

En fin, lamentable espectáculo de ambos mundos, la prensa chilena y los autoerigidos paladines de la cultura en nuestro país.

Y a la hora de preguntarse por que... la respuesta es fácil. Junto con no saber nada de él, lo primero que se les viene a la cabeza, es el lado más detestable (incluso para Dylan mismo) de su legado; el ser el ícono de toda una generación, su falso vínculo con los hippies y esa idolatría dogmática y totalmente mal enfocada sobre su figura.

En fin, podría seguir horas y horas despotricando, pero la única razón por la que Dylan es idolo, no requiere machacarse el cerebro para dar con ella; es simplemente que él, en los 60's, iba más rápido que sus discos.

Country, Folk, Blues, Sicodelia y por sobre todas las cosas Rock y guitarras eléctricas, eran parte de una amalgáma que dio pie a una vorágine que, hace 40 años era prácticamente inentendible para el mundo civilizado y aun es objeto de un debate del cual, como chilenos, estamos totalmente ausentes.

Yo tengo claro el panorama, lo que dirán mañana en los noticieros matinales y que es lo que podemos esperar de los medios en vista del evento. "Un gran concierto", "la legión de seguidores", el ambiente, y las opiniones taradas del consumidor medio, (anónimo y/o celebridad) que es capaz de equiparar a Dylan con Joaquin Sabina y a Alvaro Henriquez con John Lennon.

En fin, y parafraseando a mi tio Zimermann, sólo me queda decir:

"And I'll watch while you're lowered/Down to your deathbed/And I'll stand o'er your grave/'Til I'm sure that you're dead".