Saturday, December 31, 2005

2005: El año del Paco

El caballero que Uds ven sentado en ese estupendo trono (que no es otra cosa que el sillón presidencial de Eduardo Frei Montalva) respondía al nombre de Eugenio Lira Massi. Si uds. quieren saber, quien es es, dentro de mi ranking de weones destacados este año, el más importante de todos.
Quizas se preguntarán ¿Qué tiene que hacer-a fines del 2005- , un tipo que desapareció en extrañas circunstancias hace más de 30 años atrás? ¿Qué papel juega en la vida de un pelafustán como yo, la presencia de un ser que casi nadie -de los de mi generación- conoce mínimamente?
Y tiene mucho que ver.
En un medio donde los periodistas no son más que unos topos casi ciegos, dominados por corporaciones cuyo norte informativo es la agenda settig. En una epoca en la que esta profesión de mierda es una escoria para el resto de la sociedad (cada sociedad tiene el periodismo que se merece), y en el que los temas no aguantan un análisis escolar de tercer grado, leer al Paco hace devolver fuerzas para seguir adelante en esta dura lucha...
Hay muchas anécdotas que se pueden contar del Paco. Desde la tribuna que tenía en la Entrevista Impertinente, el reportero estrella de Clarin se dedicaba a tirar con un carisma y una simpatía que ya se la quisiera Constanza Santa María, las barbaridades más grandes que una puede imaginar respecto a sus conspicuos invitados (politicos en su gran mayoría). La inmensa capacidad que tenía Lira Massi para reirse de sus propias desgracias, como también de las siutiquerías y respingadas de nariz de sus semejantes, sin lugar a dudas que lo transforman en un personaje único.
Interesante es observar como -a través de la pluma del Paco- se va construyendo un periodismo único, preocupado por los desposeidos, por los pobres, y los necesitados. Un periodismo chileno, "como las cazuelas" concebido bajo el ojo felino de Alberto "Gato" Gamboa y potenciado por aquellas verdaderas beldades del reporteo, cuya escuela es la calle, en el día a día y desde la crónica roja o las carreras a piacé de los hípicos, hasta las sesudas y cortacabezas editoriales de sus reporteros políticos van construyendo sueños e imperios.
Dentro de las gárgaras pseudorevolucionarias -Cuba, Fidel, el marxismo y otras hierbas- que desembocaron en toda la ideología de la Unidad Popular- la posición del Paco Lira fue la más cercana a la de un guerrillero que a traves de las manos manchadas en tinta estaba a un paso de hacer la revolución. Día a día, y a través de PURO CHILE, de la Columna Impertinente, del Huevo de Oro y todas las secciones del diario, se podría afirmar que mientras Allende se iba quedando cada vez más solo, y su administración se convertía en un pudridero, por la ineptitud de sus funcionarios y por las rencillas internas de sus partidos, el Paco fue de los pocos que se mantuvo fiel hasta esa mañana, en la que la Moneda sucumbía ante el fuego de los aviones y PURO CHILE era ametrallado bajo el fuego de las punto 50 que taparon el diario a balazos hasta dejarlo convertido en una llamarada humeante.
Triste final para un hombre que con su ejemplo, sigue vigente para todas las generaciones de periodistas que día a día bombardean al público con sus porquerías. Para todos ellos, los de hoy, los hipotecados moralmente que día a día nos martirizan con su presencia en medios, reparticiones públicas y empresas privadas, vaya mi más absoluto reconocimiento y un 2006 en el cual se pudran de una vez por todas.
Para ellos va mi saludo, de la mano de esta imagen de mi tio Johnny Cash:


Wednesday, December 28, 2005

Historia de Año Nuevo/Ficción!!!!


Habíamos entrado recien con un grupo de amigos al sucucho donde la gente, en ese momento, se desgañitaba bailando los "rrtimosh de moda" (en ese tiempo creo que era el axe o una mierda semejante). La pista de baile se extendía abrazada por una barra de madera, tras la cual los tres barman se peleaban al respetable con el fin de venderles un vino y destilados de dudoso gusto y procedencia. Mientras yo me compraba una botella de vino, se apareció por la caja -donde me encontraba pagando- una chica menudita, de pelito largo, ojos grandes y una expresión bastante risueña.
-¿De donde eres? -me interrogó sin dejar de apartar su mirada de la botella.
-De por aqui- respondí yo haciéndome el canchero.
- ¿Quieres tomar una copa?
-Seguro -dijo ella, evidenciando en su aliento que se encontraba arriba de la pelota desde hacía muchas horas atrás.
-¿Tu nombre es...?
- Sofía -dijo, para preguntarme posteriormente si me acompañaba sentados en la barra.
-No hay problema- Compartamos esta botella, que es la tercera que me tomo en la noche.Y nos sentamos a conversar. Aparte de llamarse Sofía, me contó que su papá era un coronel de Ejército retirado. Además me contó que se encontraba sin pega ya que en el último par de años, se encontraba con un cáncer que la tenía por las cuerdas.
Inmediatamente, algo no me comenzó a cuadrar en la mente. Si la tipa estaba taaaan enferma de cáncer como decía, ¿Por qué se había tomado hasta el agua del florero? ¿Por qué aparecía ante mi como una vulgar beoda, siendo que estaba en tratamiento y dieta estricta, según sus propias palabras?
Estuvimos en ese boliche un rato hasta que le propuse que fueramos a mi departamento a ver la profusa colección de discos que es mi gran orgullo.
Tal como aparece más adelante, esta fue la peor decisión que podia haber tomado en ese momento.
Anyway, el Ron Barceló nos esperaba en la casa, y pasamos a comprar hielo y bebidas. Ya en el camino al edificio, la ácida Sofía se me había tirado al dulce y poco le falto para que el discreto paquete ubicado entremedio de mis piernas, inundara sus dedos flacos y pequeños de sus manos.
Mientras nos encontrábamos en la botillería ubicada al frente de mi edificio, mi tia se paró en la caja y con cara de carnero degollado para que le comprara cigarros. Apesadumbrado ya por los numeritos que presentía que me iban a tocar en la noche, le expliqué que si quería fumar ella se los comprara. Después de tanto insistir en ese punto finalmente salió del lugar con la cajetilla y partimos a mi departamento.
Introduje la llave en la puerta, ésta se abrió y el depto -desordenado y todo- estaba ante nosotros. A esas alturas ya eran como las 6 de la mañana y unos suaves rayos de sol se insinuaban a través de las ventanas...
Una de las reglas elementales que tengo yo en mi departamento, es que todas las personas que quieran fumar lo pueden hacer en la terraza. Mientras yo corría las cortinas y me preparaba para servir un par de cubas libres, Sofía sacó uno de sus cigarros, y comenzó a encenderlo justo al lado de la puerta que da a mi pieza.
-Si quieres fumar -le dije yo- puedes hacerlo en la terraza. Yo sirvo los rones y te acompaño afuera, mientras te fumas el cigarro, dije yo, conciliador.
-¡Nadie me dice lo que tengo que hacer! -me interrumpió. ¡Yo fumo cuando quiero y donde quiero! ¡Y no porque me estes sirviendo un copete de últma vas a venir a manduquearme! ¡Eso no lo soporto!-agregó.
Ahí me di cuenta de que las había cagado medio a medio. Sin ni siquiera pescarla terminé de llenar los vasos y partí a la terraza. Sofía me siguió mascullando sus palabras, se sentó a mi lado y se mantuvo conversando conmigo, siempre en sus letanías de que el cancer la tenía cagada, de que las drogas la consumían, que había recorrido el mundo buscando una cura.
Mientras tanto, me fui al rack de los discos y saqué una estupenda colección de temas lentos de Ella Fitzgerald con Duke Ellington. Puse el disco en el equipo a un volumen moderado y al quinto compás del primer tema me dijo:
-¡Cambia esa música! Es demasiado lenta para mi.
Mascullando las xuxadas que pujaban por salir desde mi boca -y que por weon caliente me reservé- me paré a cambiar el disco.
Después de una breve selección decidí poner en la bandeja a Shaft de Isaac Hayes. Una obra maestra, que invita a que uno pueda admirar el amanecer con el mejor de los temples, sobre todo si es Año Nuevo. Nuevamente la misma historia. Antes que las cuerdas dieran pie al climax de la orquesta, Sofía nuevamente volvió a pedirme -y de una manera más prepotente que la anterior- que cambiara la música.
-¿No tienes algo de Marc Antony? -inquirió.-No, nada -respondí secamente. Me voy a dormir -repliqué. Tengo mucho sueño. Partimos a la pieza. Como un tronco viejo, Sofía se acostó al lado mio y no dejó que la tocara. Mientras se sacaba la ropa pude ver a la flaca más penca que me había tocado ver en la vida. Se desvistió completamente, y yo también. Luego se montó arriba mio y haciéndome cariño en el cuerpo, comenzó a besarme violentamente por todas partes. (putas, por fin sirvió toda la wea, me dije yo).
Estuvimos como 10 minutos besándonos y tirando las manos como loco; apretando el gatillo y practicando el spider, pero justo en el momento en el que el regalón de la provincia se aproximaba a los podados matorrales de la entrepierna de Sofía, un frenazo en seco remeció la escena.
-¡Condones! ¿Tienes condones?
-Si, dejame sacar uno.
-¡Siempre que quieras tirar conmigo tienes que usar condones, ya que por mi enfermedad no sería ninguna gracia que yo tuviera un hijo! ¡Como lo voy a cuidar si apenas puedo soportar es que cáncer que cada día me carcome!- rugió.
Mientras me ponía el condón en el miembro, sentí que los sonidos de su voz y su discurso respecto a la natalidad se iban mezclando en una masa indistinguible de palabras que la verdad ya no estaba en condiciones de escuchar. No podía creer en ese momento que -de todas las minas del bar- me hubiese tocado la más antipática, ignorante y retardada del lugar. Esto unido a su mal que definitivamente le hacía pelar el cable, me instaba a tomar una decisión rápido. Y pensando en esa decisión me quedé dormido- con el condon puesto y sin usar- hasta que una hora más tarde, unos lenguetazos bovinos me despertaban y me decían:
- ¡Despierta papito! ¡Despierta que me tienes que hacer feliz!Y en ese momento se montó arriba mio y el discurso del condón se había ido a las pailas. La tal Sofía tenía mi miembro sujetado entre sus piernas, y se refocilaba en él mientras me gritaba cosas en esa jerga warrior-picante propia de las camboyanas.
-Dime que soy para ti papito... dimelo, quiero ser tu perra, mamar de tu leshe, ser tu puta, tu maraca...

Con los choros bien sacados del canasto y como a esas alturas ya no quería ninguna tontera más, me paré de la cama y me enfrenté a su sicótica expresión de mina caliente:
- ¡Pesca tus huevadas y mándate a cambiar!
- Pero...
- ¡Pesca tus cosas y te vas!
- Es que...
- ¡Nada! ¡Te vas!
- No soy de aquí y le dije a mi papá que llegaría mañana en la noche a mi casa...
- No me interesa...te vas de aqui... - interrumpí.

Y salió del departamento. No sin antes hacerme un escandalo de gritos, quebradera de copas y empapelarme a chuchadas por ser un weon vaca. No me importaba. Lo unico que pensaba a esas alturas que estas weas tan pencas sólo me pasaban por ser un weón caliente. Y de que nuevamente y en un rincón de mi vida, me volverían a pasar... Linda la wea...

Tuesday, December 20, 2005

With The Beatles...



Cuando caí en mi sueño -sin que me molestaran las sirenas de los carros bombas, los gritos de las minas dando jugo y los balazos y botellazos de mi barrio- entre al mundo de fantasia, nunca jamas, monstruos peludos y todo el hueveo propio de toda la tontera... Y estaban los Beatles. Si, Los Beatles, Paul, John, George and Ringo se encontraban en algo parecido a un camarín y a juzgar por su aspecto, se encontraban en la gira de Rubber Soul.

Sin lugar a dudas eran muy divertidos. Al igual que en los documentales y testimonios sonoros de los Four Fab, John y Ringo eran los payasos, mientras que George se mostraba más reservado y Paul el mismo weon pesado que a mi se me imaginaba después de escuchar sus discos.

Fue extraño... conversaba con la gente de la banda, y otros (incluido el mismísimo Klaus Vorgman) y Epstein se paseaba desesperado mirándome como el intruso que yo era.

-¿Como llegó Ud. por aquí? -preguntó el manager del grupo.

-Si lo supiera se lo diría -respondí esbozando una leve sonrisa en los labios.

-Pero todo parece indicar que abrí los ojos y estaban ustedes aquí -proseguí, sin quitar la mirada de John, que en ese momento tomaba su Epiphone Casino y se la apoyaba en el regazo.
Consciente de que yo me encontraba ante un momento histórico, le dije a Klaus que me sacara una foto con los 4 Fab. Diligentemente el colaborador de los Beatles sacó una máquina alemana Leyca de 35 mm y nos juntó a todos -incluido Epstein- e inmortalizó el momento. Lo divertido fue que después de este hecho, le dije que por favor, dentro de unos 30 años más, escaneara la foto y me la mandara a mi e-mail. Me miró con cara de "pobre weon este" y siguió conversando con Ringo.

Y como lo hacía Peggy Sue en esa mala película del cable, cuando sostenía -en 1951- que el hombre llegaría a la Luna en 1969, yo recordaba a Pet Sounds un año más tarde, Todd Rundgren a comienzos de los 70's y a Alex Chilton en 1974. George parecía no imaginar que trabajaría con Spector en All Things We Must Pass e Imagine, sólo estaba escondido en un recodo de la mente de John Lennon.

Todas esas melodías circularon por mi cabeza hasta que en un rincón del cuarto, me topé con un ejemplar deslavado de Salinger. Y pensando en el Guardían en el Centeno, volví nuevamente -y de un momento a otro- a poner los pies en esta tierra.-

Saturday, December 17, 2005

Susanita

El otro dia me encontraba en un bar frente a la casa bebiendo (cosa no tan rara y muy habitual en mi) una espumosa y no tan fria cerveza. La radio Imagina tocaba unas weaitas de Nino Bravo que estaban bien pulentas. De pronto, una mujer alta, pelo en melena y con unas carnes tan prominentes que llamaron mi atención, se sentó justo al frente de donde yo estaba ubicado. Con un rostro entre triste y apesadumbrado pidió una Báltica de litro, se sirvió un vaso y con ojos lastimeros se puso a conversar con el mozo.
-¿Viene solita mijita? ¿Y su novio donde está? -preguntó el cantinero.
No quiero saber nada de ese imbécil -dijo, como si estuviera actuando en algun culebrón venezolano, para acto seguido empinarse la cerveza como si fuera un comercial de agua mineral Benedictino. Ahi dejé de prestarle atención, pero por lo que pude escuchar entre lineas, el tipo la había hecho tonta con 70 lucas y el hombre se estaba haciendo el weon con la plata. Sin embargo el susodicho le había rejurado que se encontrarían en ese bar.
Minutos más tarde llega el pastel transformado en un verdadero energúmeno. Su cara de rabia contra su polola se transformó en un rictus cuando la vio sirviendose el segundo vaso de cerveza.
¡TONTA HUEVONA! le dijo a vista y paciencia de todos los parroquianos que en ese momento nos deleitabamos en el bar.
Inmediatamente la cara de verguenza ajena se apoderó de todos nosotros y el weon salió raudo del boliche. La pobre mujer no sabía donde meterse y unas tibias lágrimas se asomaron por su rostro.El imbécil volvió tras sus pasos después de un par de minutos y se sentó al lado de la susodicha, que ya no podía parar de llorar.
- ¡Por la cresta Susana, como se te ocurre ponerte a tomar. Te he dicho tantas veces que el copete te hace mal por la mierda!
-¡Pero si esta cerveza te la compré a ti Carlitos. (De Carlitos trataban al weon) Te estaba esperando y tu no aparecías, asi es que pedí esta cerveza, para que la compartieramos los dos!
Sacando su ira a cuestas, Carlitos interrumpió:
-¡Cuantas veces te he dicho que no puedes andar tomando por ahi mierda!-
A esas alturas la mitad de los parroquianos del bar ya estaban que se paraban a chantarle un zapato en la raja al tal Carlitos y todos estabamos pendientes de la batahola que había generado estupidamente el individuo contra su polola.-
¡Y yo el muy huevón comprándote ropa! Y saca una bolsa de Almacenes París y se la tira encima de la mesa.Ahi la pobre mujer no sabía que hacer, excepto enjugar sus lágrimas que a grandes borbotones salian llevándose tras si el maquillaje el alcohol y las ganas de seguir compartiendo la mesa con ese individuo.
Carlitos, más que nada por las miradas inquisidoras del resto de los beodos del bar, cachó que las estaba puro cagando y empezó con unos murmullos casi imperceptibles: -Susy, yo te amo, yo te quiero y quiero que estemos juntos mi amorcito... y toda la wea.
Y agarró la bolsa -vapuleada ya por la conversación- y de adentro se asomaron unos petos y minifaldas que denotaban la absoluta falta de gusto por la ropa del comprador. Pese a que Susanita miró con ojos de amor a Carlitos después que éste le entregara las prendas, daría fe que todos los borrachos miraron a la chica -cuya contextura era bastante gruesa- y después se la imaginaron cagados de la risa, sin caberles en la cabeza como podría ponerse esas diminutas polleras.
Diez minutos después todo era armonía y felicidad en la mesa. Tomados de la mano pidieron la cuenta. Susanita agarró su billetera de ratón Mickey y pagó todas las bebidas y licores. Embelesado Carlitos la siguió -llegaba a flotar en el aire de lo balsa- hacia la calle, en donde perdieron sus pisadas hacia su cercano nidito de amor. Huevones.