-Suena feo que me lo digas así- espetó.
-Pero no es más lindo de lo que te digo- le aseguré antes de despedirme y largarme para siempre de aquel rincón maloliente. Atrás quedaron conversaciones sin sentido, helados derritiéndose a medio servir, noches que ganaban espacio ante copas de vino y los neones de las calles que fulguraban intermitentemente frente a nuestras cabezas.
Era el anunciado fin de una historia; no me la volvería a encontrar por ninguno de los rincones presentes en la ciudad. Pero hay que admitir que me cambió la existencia. Semanas más tarde de nuestro primer encuentro, la vida me volvía a sonreír, y otras visiones, observaciones, pensamientos y situaciones se iban abriendo poco a poco a mi otrora destartalada sensibilidad.
Más allá de nuestras intimidades reveladas, fueron extraordinarios momentos de comunión con una virtual desconocida que de una forma u otra, supo mostrarme la intensidad de cada uno de los segundos que se suceden en aquel tranco intermitente que nos mueve por el mundo y que nos atormenta nuestro día a día.
Anyway, yo la busqué y lamentablemente ella no a mi. La vida es algo injusto, según lo que he escuchado en los últimos días.
Y después de esta repetida reflexión, salí a la calle. No corté mis pasos hasta perderme entre los sonidos de mi walkman, que a cada momento me invitaban a aferrarme a ellos, como rocas firmes que se erigen salvadoras ante mares agitados.
-Pero no es más lindo de lo que te digo- le aseguré antes de despedirme y largarme para siempre de aquel rincón maloliente. Atrás quedaron conversaciones sin sentido, helados derritiéndose a medio servir, noches que ganaban espacio ante copas de vino y los neones de las calles que fulguraban intermitentemente frente a nuestras cabezas.
Era el anunciado fin de una historia; no me la volvería a encontrar por ninguno de los rincones presentes en la ciudad. Pero hay que admitir que me cambió la existencia. Semanas más tarde de nuestro primer encuentro, la vida me volvía a sonreír, y otras visiones, observaciones, pensamientos y situaciones se iban abriendo poco a poco a mi otrora destartalada sensibilidad.
Más allá de nuestras intimidades reveladas, fueron extraordinarios momentos de comunión con una virtual desconocida que de una forma u otra, supo mostrarme la intensidad de cada uno de los segundos que se suceden en aquel tranco intermitente que nos mueve por el mundo y que nos atormenta nuestro día a día.
Anyway, yo la busqué y lamentablemente ella no a mi. La vida es algo injusto, según lo que he escuchado en los últimos días.
Y después de esta repetida reflexión, salí a la calle. No corté mis pasos hasta perderme entre los sonidos de mi walkman, que a cada momento me invitaban a aferrarme a ellos, como rocas firmes que se erigen salvadoras ante mares agitados.