Tuesday, August 09, 2005

El Chongo Morales vs. el Clarinete; Noches de Pluma y Lentejuelas... (Final)

Y se fue Buddy Day a la Argentina, el Compañero Allende llegó a la Presidencia y como un gigantesco polvorín, el país se aprestaba para su hecatombe final. Grupos de todas las tendencias se tomaron las calles, mientras que la artillería golpeaba cada uno de los flancos de la clase política.
Sin embargo y pese a los cambios de dueño y el menosprecio de los shows- el local siguió funcionando y repleto noche tras noche seguía congregando a una clientela fiel. El dinero en ese primer año de bonanza traido por el gobierno de la Unidad Popular, permitía que el proletariado llegara en masa a ver los diversos sketches, los cuales permitían al local mantenerse holgadamente dentro del medio. Y gracias a Dios para muchos gozadores ignorantes, la ascensión del gobierno socialista, que prometió el cielo y el suelo a los pobres, no significó que las grandes masas postergadas asaltaran ni quemaran el amado teatro.
Es por esta razón que al Chongo no le faltaba trabajo en el local. Asímismo, el hombre, sospechando que todos sus ahorros se irían a la mierda de un momento a otro, no halló nada mejor que invertir todo lo ganado en una escuela de música, creando la primera orquesta juvenil de Chile, de repertorio netamente comercial. Muchachos dotados de talento, y de diversas condiciones sociales y tendencias políticas, conformaron un grupo heterogeneo, pero afiatado, que llevó a todos los lugares del país los grandes éxitos del jazz, con una respuesta -acorde al momento que se vivía en todo Chile- bastante ambigua. Hubo shows en que la izquierda corría a los músicos del Chongo a peñascazo limpio, acusando a la orquesta de ser -al igual que la Coca Cola- un "instrumento del imperialismo yanqui".
Sin embargo y en la mayoría de los lugares, y debido sobre todo al prestigio de Morales como arreglador e instrumentista los temas de la orquesta fueron recibidos por un sentido entusiasmo. Hasta los trabajadores del Teniente, sumidos en una larga e inutil huelga disfrutaron del talento de los noveles músicos, quienes llegaron a tocar sus melodías a aquellas familias, una tarde mientras éstas se encontraban alojadas en la Casa Central de la Universidad Católica.
Sin embargo -y después del nacimiento del segundo hijo de Martha con el Chongo- las dificultades de la gringa para desenvolverse en el violento y politizado Santiago de la época, se fueron acentuando -hacia 1972- para llegar a un total colapso a fines de ese año, agravado por una depresión post parto, después del nacimiento de Carlitos, el chico destinado a ser el regalón de la familia del afamado arreglador.
E increiblemente a fines del 72 la orquesta del Chongo -auspiciada por la administración allendista- salió a una gira por los países de la órbita soviética, a los cuales la agrupación llevó a dichas tierras repertorios lo más selecto y graneado de compositores como Gershwin, Porter o Hammerstein. Por esta razón fue posible ver en los palacios imperiales de la Rumania de Ceaucescu, o en los grandes teatros de Moscú, a los músicos del Chongo ataviados con sus mejores pintas, entonando sorprendentemente algunos temas como Manhattan o (Ive Got You) Under My Skin, entre otras piezas del repertorio musical estadounidense de los años 20.
Al ser recomendados por el gobierno de la UP, nadie dijo nada, pero la cara de sorpresa y profunda indignación a ratos expresada por los jerarcas del partido, se hacía patente a la hora de los shows. Sin embargo la gira fue calificada como todo un éxito, una vez que el avión se alejó de Europa del Este para volver a Santiago, en ese aciago y terrorífico mes de Agosto de 1973.
Era evidente que después de casi diez meses de gira, Morales daba cuenta del calamitoso estado en el que se encontraba el país y que redundaba en la galopante depresión que padecía su amada Martha.
Y finalmente todo estalló el sabado 8 de septiembre, fecha en la cual el Chongo hizo ingreso a su nuevo chalet, ubicado en la avenida José Domingo Cañas. Mientras se escuchaba un discurso de Allende en el cual aseguraba que solo quedaba harina para cuatro días más, el ruido del motor del Buick del 57 se escuchaba en la cochera. Intrigado por no recibir respuesta alguna de sus saludos y sus llamados, Francisco recorrió todos los lugares del caserón y después de constatar que los chicos se encontraban jugando en el comedor, se introdujo en el garage y golpeado por el monóxido de carbono que hacía horas que inundaba el habitaculo, vio a Martha desmayada frente al volante del auto, con la palanca de cambios en neutro y un ladrillo en el acelerador. Inmediatamente y en estado de shock, la contempló dentro del movil sin ni siquiera remecerla de su sueño eterno. Acto seguido agarró a sus dos retoños y después de pasarles por el cuello el cuchillo más grande que encontró en la cocina, puso fin a sus días enterrándose éste en el pecho, para elevarse al cielo frente a una ciudad que días mas tarde sería castigada por el fuego de sus soldados.

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