Wednesday, December 28, 2005

Historia de Año Nuevo/Ficción!!!!


Habíamos entrado recien con un grupo de amigos al sucucho donde la gente, en ese momento, se desgañitaba bailando los "rrtimosh de moda" (en ese tiempo creo que era el axe o una mierda semejante). La pista de baile se extendía abrazada por una barra de madera, tras la cual los tres barman se peleaban al respetable con el fin de venderles un vino y destilados de dudoso gusto y procedencia. Mientras yo me compraba una botella de vino, se apareció por la caja -donde me encontraba pagando- una chica menudita, de pelito largo, ojos grandes y una expresión bastante risueña.
-¿De donde eres? -me interrogó sin dejar de apartar su mirada de la botella.
-De por aqui- respondí yo haciéndome el canchero.
- ¿Quieres tomar una copa?
-Seguro -dijo ella, evidenciando en su aliento que se encontraba arriba de la pelota desde hacía muchas horas atrás.
-¿Tu nombre es...?
- Sofía -dijo, para preguntarme posteriormente si me acompañaba sentados en la barra.
-No hay problema- Compartamos esta botella, que es la tercera que me tomo en la noche.Y nos sentamos a conversar. Aparte de llamarse Sofía, me contó que su papá era un coronel de Ejército retirado. Además me contó que se encontraba sin pega ya que en el último par de años, se encontraba con un cáncer que la tenía por las cuerdas.
Inmediatamente, algo no me comenzó a cuadrar en la mente. Si la tipa estaba taaaan enferma de cáncer como decía, ¿Por qué se había tomado hasta el agua del florero? ¿Por qué aparecía ante mi como una vulgar beoda, siendo que estaba en tratamiento y dieta estricta, según sus propias palabras?
Estuvimos en ese boliche un rato hasta que le propuse que fueramos a mi departamento a ver la profusa colección de discos que es mi gran orgullo.
Tal como aparece más adelante, esta fue la peor decisión que podia haber tomado en ese momento.
Anyway, el Ron Barceló nos esperaba en la casa, y pasamos a comprar hielo y bebidas. Ya en el camino al edificio, la ácida Sofía se me había tirado al dulce y poco le falto para que el discreto paquete ubicado entremedio de mis piernas, inundara sus dedos flacos y pequeños de sus manos.
Mientras nos encontrábamos en la botillería ubicada al frente de mi edificio, mi tia se paró en la caja y con cara de carnero degollado para que le comprara cigarros. Apesadumbrado ya por los numeritos que presentía que me iban a tocar en la noche, le expliqué que si quería fumar ella se los comprara. Después de tanto insistir en ese punto finalmente salió del lugar con la cajetilla y partimos a mi departamento.
Introduje la llave en la puerta, ésta se abrió y el depto -desordenado y todo- estaba ante nosotros. A esas alturas ya eran como las 6 de la mañana y unos suaves rayos de sol se insinuaban a través de las ventanas...
Una de las reglas elementales que tengo yo en mi departamento, es que todas las personas que quieran fumar lo pueden hacer en la terraza. Mientras yo corría las cortinas y me preparaba para servir un par de cubas libres, Sofía sacó uno de sus cigarros, y comenzó a encenderlo justo al lado de la puerta que da a mi pieza.
-Si quieres fumar -le dije yo- puedes hacerlo en la terraza. Yo sirvo los rones y te acompaño afuera, mientras te fumas el cigarro, dije yo, conciliador.
-¡Nadie me dice lo que tengo que hacer! -me interrumpió. ¡Yo fumo cuando quiero y donde quiero! ¡Y no porque me estes sirviendo un copete de últma vas a venir a manduquearme! ¡Eso no lo soporto!-agregó.
Ahí me di cuenta de que las había cagado medio a medio. Sin ni siquiera pescarla terminé de llenar los vasos y partí a la terraza. Sofía me siguió mascullando sus palabras, se sentó a mi lado y se mantuvo conversando conmigo, siempre en sus letanías de que el cancer la tenía cagada, de que las drogas la consumían, que había recorrido el mundo buscando una cura.
Mientras tanto, me fui al rack de los discos y saqué una estupenda colección de temas lentos de Ella Fitzgerald con Duke Ellington. Puse el disco en el equipo a un volumen moderado y al quinto compás del primer tema me dijo:
-¡Cambia esa música! Es demasiado lenta para mi.
Mascullando las xuxadas que pujaban por salir desde mi boca -y que por weon caliente me reservé- me paré a cambiar el disco.
Después de una breve selección decidí poner en la bandeja a Shaft de Isaac Hayes. Una obra maestra, que invita a que uno pueda admirar el amanecer con el mejor de los temples, sobre todo si es Año Nuevo. Nuevamente la misma historia. Antes que las cuerdas dieran pie al climax de la orquesta, Sofía nuevamente volvió a pedirme -y de una manera más prepotente que la anterior- que cambiara la música.
-¿No tienes algo de Marc Antony? -inquirió.-No, nada -respondí secamente. Me voy a dormir -repliqué. Tengo mucho sueño. Partimos a la pieza. Como un tronco viejo, Sofía se acostó al lado mio y no dejó que la tocara. Mientras se sacaba la ropa pude ver a la flaca más penca que me había tocado ver en la vida. Se desvistió completamente, y yo también. Luego se montó arriba mio y haciéndome cariño en el cuerpo, comenzó a besarme violentamente por todas partes. (putas, por fin sirvió toda la wea, me dije yo).
Estuvimos como 10 minutos besándonos y tirando las manos como loco; apretando el gatillo y practicando el spider, pero justo en el momento en el que el regalón de la provincia se aproximaba a los podados matorrales de la entrepierna de Sofía, un frenazo en seco remeció la escena.
-¡Condones! ¿Tienes condones?
-Si, dejame sacar uno.
-¡Siempre que quieras tirar conmigo tienes que usar condones, ya que por mi enfermedad no sería ninguna gracia que yo tuviera un hijo! ¡Como lo voy a cuidar si apenas puedo soportar es que cáncer que cada día me carcome!- rugió.
Mientras me ponía el condón en el miembro, sentí que los sonidos de su voz y su discurso respecto a la natalidad se iban mezclando en una masa indistinguible de palabras que la verdad ya no estaba en condiciones de escuchar. No podía creer en ese momento que -de todas las minas del bar- me hubiese tocado la más antipática, ignorante y retardada del lugar. Esto unido a su mal que definitivamente le hacía pelar el cable, me instaba a tomar una decisión rápido. Y pensando en esa decisión me quedé dormido- con el condon puesto y sin usar- hasta que una hora más tarde, unos lenguetazos bovinos me despertaban y me decían:
- ¡Despierta papito! ¡Despierta que me tienes que hacer feliz!Y en ese momento se montó arriba mio y el discurso del condón se había ido a las pailas. La tal Sofía tenía mi miembro sujetado entre sus piernas, y se refocilaba en él mientras me gritaba cosas en esa jerga warrior-picante propia de las camboyanas.
-Dime que soy para ti papito... dimelo, quiero ser tu perra, mamar de tu leshe, ser tu puta, tu maraca...

Con los choros bien sacados del canasto y como a esas alturas ya no quería ninguna tontera más, me paré de la cama y me enfrenté a su sicótica expresión de mina caliente:
- ¡Pesca tus huevadas y mándate a cambiar!
- Pero...
- ¡Pesca tus cosas y te vas!
- Es que...
- ¡Nada! ¡Te vas!
- No soy de aquí y le dije a mi papá que llegaría mañana en la noche a mi casa...
- No me interesa...te vas de aqui... - interrumpí.

Y salió del departamento. No sin antes hacerme un escandalo de gritos, quebradera de copas y empapelarme a chuchadas por ser un weon vaca. No me importaba. Lo unico que pensaba a esas alturas que estas weas tan pencas sólo me pasaban por ser un weón caliente. Y de que nuevamente y en un rincón de mi vida, me volverían a pasar... Linda la wea...

2 comments:

Anonymous said...

esta muy buena tu historia y ojala nunca se te haga realidad por que debe ser muy penca estar con una mina haci

MJ

Muy Matrera said...

Bien podría ser cierto... o ¿no?
Ahh sácame de una duda qué signica "apretando el gatillo y practicando el spider".