Wednesday, May 03, 2006

Tres Momentos con el Masón de la Humita

La Casa de Bello elige a su nuevo rector. Más allá de las descalificaciones entre Perez, Riveros y Las Heras, -los tres postulantes a ocupar el el máximo cargo en nuestra Alma Mater- voy a recordar a través de este texto, tres momentos bastante divertidos por lo demás, de cuando trabajé codo a codo con el Rector Riveros, por ahí a comienzos de su mandato. Me aníma más que nada el recordar algunas situaciónes chistosas, en los momentos en que me desempeñaba como un enajenado reportero, en la Dirección de Comunicaciones de la "U".
1) ¡¡¡Un mordisco a la delincuencia!!!!
Era un secreto a viva voz que los asesores comunicacionales del Rector Riveros -radical, masón, bueno pa los causeos, un gran académico y lo que no me cabe duda, una excelente persona- cortaban una gran cantidad de dinero por actividades de difusión de las carreras de la U en colegios, escuelas, liceos, etc. En más de alguna ocasión -y muchas veces de rebote- llegaron a nuestras manos, planillas cuyas cifras nos dejaban con los ojos bien abiertos y moviendo la cabeza significativamente. Los reporteros que trabajabamos en Comunicaciones en aquella época nos imaginabamos a estos asesores -que se paseaban todas las tardes alrededor de nuestra oficina- con antifaces, una media en la cabeza y vestidos de negro. O saliendo del despacho del Sr Rector -con una caja fuerte al hombro- a altas horas de la noche. Muchas tallas de este tipo salieron de nuestras bocas, de tal manera que -para nosotros- estos conspicuos personajes, se habían transformado en unos verdaderos próceres dedicados al salteo y al pillaje.
Sin embargo la mejor de todas fue una vez en la que el señor K. llegó raudo a conversar con la jefa, mientras yo, aparejado detras de la mampara de vidrio terminaba un par de notas para el informativo de la tarde.
-Ya cabros, ojo con las carteras, y con las billeteras, miren que K. está a la vista- grito Mr. V
Y todos en un gesto casi institivo, se llevaron las manos a los bolsillos, a los respaldos de las sillas y pusieron sus pertenencias a buen recaudo, pensando que efectivamente habian entrado algún ladrón a nuestras oficinas. Cinco segundos más tarde la regordeta cara de Mr. K se asomó esbozando su sonrisa socarrona y saludando a medio mundo como si fuera un viejo amigo nuestro. La cagadera de risa posterior aun debe retumbar en las añosas paredes de la Casa Central de la Chile.
2) La buena mesa
Mi vieja se encontraba de paso por Santiago, y en cierta ocasión se me ocurrió la estupenda idea de invitarla a almorzar en los alrededores de la Casa Central de la Chile. Pero oscuro fue el momento en el que se me ocurrió que podíamos partir a la Unión Chica, antro de borrachos y a la vez ricos almuerzos, ubicado a principios de la calle Nueva York y frente a su hermano mayor; ese reducto del momiaje llamado Club La Unión.
Hasta hoy me faltan palabras para graficar la cara que puso mi madre al entrar al restaurant. La cofradía de borrachos apoyados en la barra y el olor a chancho seco emanado de las cocinerias del lugar no la dejaron indiferente.
Y de ahí vineron los comentarios de tipo "¿Como se te ocurre traerme para aca?" "¿Que tipo de tugurio es este?" "¿Que hacemos comiendo con tanto curao al lado?"
Y de repente, apareció el Rector Riveros desde el fondo del comedor. Junto con saludarme, y de presentarse ante mi vieja, dijo buen provecho y salió escoltado por sus más cercanos.
Mi pobre madre quedó de una pieza, y cuando terminamos de comer expresó:
-¿Aquí come el rector? Mejor podría traerse unas viandas de la casa- aseguró enfática.
Sin proferir palabra salimos de la Unión y parti raudo, de vuelta al trabajo.
3) "Asesores de Prensa"
Peligraba el presupuesto 2001 de la Universidad de Chile, por ciertas indicaciones presentadas por la senadora Evelyn Matthei, que si se cumplian, iban a peligrar seriamente el funcionamiento de la institución. Por esta razón el Rector Riveros tuvo que viajar urgentemente al Valparaiso, con el fin de hacer el lobby necesario en ámbas cámaras y asi atajar la moción hecha por la honorable. Por esta razón, la jefa nos comisionó a un par de periodistas para que anduvieramos detras de Riveros y de Matthei con el fin de informarle de todo lo que estaba pasando en el hemiciclo.
Después de andar todo el día a la saga de los dos conspicuos personajes, comernos su buen plato de pescado frito en los Porteños, recorrer todo el Congreso medio a medio y entramparnos en un par de discusiones inútiles con la Matthei, estuvimos presentes en la sala cuando se rechazaron las indicaciones al dinero entregado a la Casa de Estudios y todos pudieron respirar más tranquilos.
Lo divertido fue que en la edición del día siguiente de LUN, apareció Riveros en una buena foto de un cuarto de página, levantando sus pulgares como queriendo decir "Ganamos". Atrás estabamos nosotros -un par de reporteros de cantina- con cara de satisfacción, pipeño y cansancio. Según rezaba el pie de foto de la nota, esos esperpentos eran sus conspicuos y diligentes "asesores de prensa".
En fin... eso no más era, sin ánimo de ofender a nadie. Fue entretenido recordar eso, a menos de 24 horas de una nueva elección del sucesor de Andrés Bello.

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