Friday, July 08, 2005

Ramiro y el mar de copas (Pt.3)

El sonido pastoso de la victrola con la voz de Gardel parecía perderse a ratos en los pasillos del ancestro caserón. El ruido de la aguja al contacto con el acetato de los discos de 78, retumbaba en la cabeza de Ramiro, -metido hasta el cuello en la tina rococó importada de Europa- quien no dejaba de pensar en el horrible espectáculo que había dado con sus amigos, en la plaza del pueblo, al final de la última jornada. Como buen futre que era, sabía que en las próximas horas, el escarnio llegaría hasta su puerta, y que todos los privilegios de hijo menor le serían arrebatados, producto de las desviadas locuras, que día a día se manifestaban en su vida.
Había llegado de la capital hacía no más de diez días y en tan corto periódo de tiempo él, y otros muchachos del pueblo habian sacudido la típica modorra provinciana de la localidad, a punta de escandalos, peleas y borracheras interminables.
Pero la última juerga, los había hecho tocar fondo. Y Ramiro estaba consciente que la salida más viable a esa situación, era agarrar un par de caballos corraleros y salir galopando al monte, donde se escondería por un par de días, esperando que durante ese tiempo, su padre aplacara su ira de alguna manera.
Mientras sumergía la cabeza en el agua Ramiro se sintió aliviado de que las pruebas del bochornoso suceso protagonizado por el y sus amigotes, se encontrarían a buen recaudo, arrastradas por la corriente del estero que atravesaba la localidad por uno de sus costados.
Un poco más tranquilo, pero igual de mareado que la noche anterior, el señorito pudo pensar con un poco más de serenidad y mientras quitaba el tapón para botar la inmundicia acumulada en aquellas aguas estancadas, comenzó a conjeturar los pormenores de su huida a las veranadas, para llevar a cabo su errático plan.

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