Elisa caminó por el costado de la autopista, en una busqueda desesperada por encontrar aquel puente que le permitiera cruzar al otro lado del Hudson. El azul del cielo poco a poco se tornaba en un rosado penoso, invitando a los parroquianos a caer desde las alturas y azotar la cabeza contra las rocas, rindiendo tributo a un dios individual que dia a día cobraba sus víctimas entre los más débiles.
La voz de Dylan se escuchaba al interior de su cabeza y nada más le importó a nuestra protagonista, quien con su morral emprendía su travesía hasta un lugar quizás un tanto indeterminado, esperando las revelaciones que cambiarían obligatoriamente su vida.
Sin embargo en ese momento nada importaba; en una repetición del 11-S podían haber volando un par de torres más en Manhattan, pero ella habría seguido en ese cansino pero quizás peligroso tranco, esperando una respuesta que colmara sus deseos de saber todo respecto a la vida, al aire que respiraba y a los hilos invisibles que a cada momento condicionaba su vagar por este mundo.
3 comments:
Nuevamente, excelente comienzo.
Además, la foto elegida me hizo soñar con estar allá... tan allá.
Bisos.
Es el inicio de un vieje... pero no solamente físico, sino un viaje por los recovecos de la mente de quien lo vive. Diríamos que es una travesía desde el yo interior hasta los pasos puestos en el concreto.
Me parece interesante que el lugar donde parte el relato sea un puente. Es metafórico y a la vez lumínico; observar el puente desde la partida hasta el punto cúlmine en un estado intermedio, es como nuestra vida. ¿Qué es la existencia sino un puente... hilo conductor entre uno y otro estado, un transcurso largo de vivencias?
Saludos desde mi antro virtual.
Empezamos con un nuevo texto.... especialmente trabajado el suspenso que envuelve y me deja con ganas de más...
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