Wednesday, June 14, 2006

The Test Its Over NOW!!!! (pt.2) (bruma)


Y efectivamente las sombras se acercaban... acariciaban su mirada, recordándole a cada momento las cifras en rojo, las personas olvidadas, los nudos desatados y las conversaciones telefónicas que, pese al golpe de gancho final quedaban en el aire, como reinas de la bruma, flotando en dimensiones paralelas, semejando aquella máquina del tiempo que robaba las almas mientras viajaban de uno a otro estadio en la historia del mundo. Y precisamente eso era lo que el quería, desdoblarse en algún ente pestilente, sin ego, hormonas, crédito ni dimensión. Algo de eso había en las notas que su guitarra dibujaba todas las noches en el aire, sentimientos vacíos, frialdad a niveles extremos, metal que vibraba esperando oidos que finalmente brillaban por su ausencia.

Huyendo infructosamente de aquella oscuridad y sus malos pensamientos, recorría calles, sorteando con éxito al lumpen que se le acercaba, con intenciones más siniestras que sus própios pensamientos, preguntando calles, sacando cuchillas, o haciendo gala de sus fechorías que a cada momento le pisaban los talones, bajo luces oscuras y frias corrientes de aire, que hacían que su carne se fuera transformando en un tejido lúgrube, con la dureza de las uñas cuando son azotadas por el viento bajo el sol del desierto.
Y ahi la vio. Desafiante y blandiendo su pólvora, lo esperaba... Sus ojos denotaban cuentas por pagar y a través del encaje negro de su vestido, sus formas lo invitaban una vez más a caer en sus redes, a dejar sus jugos, sus falsos besos y lo más preciado de su escuálida humanidad en medio de sus largas y ácidas piernas...

2 comments:

mariasoledadsilva2@gmail.com said...

Genial... envolvente, misterioso.... hay más?

Muy Matrera said...

La desesperanza puede provocar estados muy misteriosos, extraños... lúgubres como mencionas. Estados que te llevan a vagar por lugares donde la duda y el temor hacen presa fácil a los transeuntes.
Pero el vagar va más allá, en realidad solo echas a andar tu cuerpo hastiado de lo que te rodea, tu cuerpo huye. Y tu mente en un intento desesperado también. El conflicto se da en que tan solo por instantes fugaces de ti mismo logras hacerlo... no puedes negarte a ti mismo y a tu naturaleza salvaje y creadora. Es por eso que el mejor lugar para huir no es necesariamente el mundo de las ensoñaciones (para qué, pérdida de tiempo), sino aquello que te identifica plenamente, lo que te llama en su grito gutural cada vez que estalla en la creación profana: la calle y todo el peligro que eso implica. Y he ahí lo paradógico de esto, que el peligro es asumido mansamente en tu naturaleza salvaje, pues sabes intrínsicamente que el peligro es aquello que da sabor a esa sangre que corre por tus deseos que aún están latiendo y esperando ser descifrados.