Sunday, April 02, 2006

El Poder (pt.1)


La primera vez que me sentí un huevón con un verdadero poder, fue aquel momento en el que me calzé las antiparras en los ojos, los guantes de amiato y abri la llave del gas. Acerqué la lumbre a la boca de la manguera y brotó una llamarada intensa, diafana y de color azul.
Acto seguido me acerqué al negro disco donde unas diminutas piedras amarrillas me esperaban, temblando dentro de su pequeñez, como presintiendo con su brillo el triste final que les aguardaba. Y sin pensarlo dos veces, acerque la llama al fondo del disco y el fulgor de las rocas se comenzó a encender, como los volcanes cuando inundan la tierra con sus ardientes rios pestilentes.
Al derretirse el metal me vi lanzando al aire un alarido de emoción que se escuchó en la cocina, el primer piso del taller y lejos, muy lejos en la plaza del pueblo. Minutos más tarde, la pasta de plata ya estaba en condiciones de irse al molde y yo feliz de ser un poderoso dios, aunque sea por un cuarto de hora.

1 comment:

Muy Matrera said...

Sentirse dios por unos instantes debe ser una experiencia fenomenal... todos queremos un cuarto de hora de divinidad. Aunque no sé si en mi caso... prefiero convertirme en una especie de demonio, más que mal a veces me pregunto si soy de este mundo (en una de esas no ni de allá, ni de acá, ni de acullá)
Buena cosa no guateo más.
Ahhh escribe luego la continuación.